Los sedimentos de las balsas de riego no son más que los sólidos en suspensión naturales que circulan, diluidos en agua, por los ríos. De hecho, todo lo que es el terreno fértil de una vega son esos sedimentos que dejan los ríos cuando se inundan. En absoluto son lodos, sino fundamentalmente limo y arcilla que se reutilizan en la mejora de las tierras colindantes. Considerarlos residuos es un verdadero dislate técnico, un disparate que sólo se le puede haber ocurrido a alguien que no haya pisado el campo en su vida.

Pues bien, esto es lo que hace la ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que sustituye a la hasta ahora ley vigente 22/2011, que en absoluto trataba a los sedimentos de decantación de las balsas como residuos. El problema además es que, lejos de ser inocua, esta equiparación de los sedimentos de las balsas como residuos tiene consecuencias muy gravosas para los regantes, pues supone una serie de obligaciones, informes y analíticas y medidas de transporte que harían inviable la explotación agrícola. En definitiva, una agresión más a los intereses de la agricultura de regadío en nombre del medio ambiente, y un nuevo hostigamiento sin pies ni cabeza ni lógica de ningún tipo.

Desde Feragua venimos denunciando esta situación y en las últimas semanas nuestro presidente ha participado en diferentes reuniones en las que ha abordado esta cuestión, solicitando una modificación legislativa urgente para evitar que se confundan churras con merinas, es decir, sedimentos de balsas con residuos. Las reuniones han sido al más alto nivel tanto en el Ministerio de Medio Ambiente como el Ministerio de Agricultura.

En concreto, José Manuel Cepeda, hizo llegar esta demanda al secretario de Estado, Hugo Morán, en una reunión mantenida con representantes de Fenacore y de otras cuencas en situación de sequía, en la que también planteó la agilización de todas las obras previstas en los planes hidrológicos y un tratamiento fiscal más favorable a los contratos de cesión de derechos al objeto de reducir el impacto del impuesto de sociedades.

Más recientemente también abordó esta cuestión de los sedimentos de las balsas en una reunión específica al respecto con Cristina Clemente, subdirectora general de Regadíos.