Realmente, de cara la próxima campaña, y aparte de las medidas paliativas anteriormente comentadas, lo único que nos queda a los regantes es esperar que llueva. Las precipitaciones de la semana pasada fueron muy bien recibidas pero desgraciadamente solo han servido para mejorar muy levemente la situación hidrológica. Los 55 litros por medio cuadrado que se registraron en Andalucía (con puntas de 150 litros por metro cuadrado en la demarcación hidrográfica del Guadalquivir) se habían traducido, a fecha de 14 de febrero, en aportaciones de 360 hm3 a los embalses andaluces.

La Demarcación hidrográfica del Guadalquivir es la que más se ha beneficiado de las últimas lluvias, almacenando 265 hm3 (122 hm3 en el sistema de regulación general donde está adscrita las mayores demandas de riego). El Tinto, Odiel y Piedras ha recibido 60 hm3, la Cuenca del Guadalete-Barbate 31 hm3 y las demarcaciones mediterráneas andaluzas han sido las que menos han recibido: apenas 7 hm3. Unas entradas totalmente insuficientes para revertir la situación de escasez que vivimos, ni siquiera para llegar al punto en el que estábamos el año pasado.

Lamentablemente, a fecha del 12 de febrero, todas las cuencas están peor que hace un año. Si el Guadalete-Barbate estaba al 30%, hoy está a la mitad. Por debajo de la mitad está también las cuencas mediterráneas andaluzas, que están al 18% cuando hace un año estaban casi al 39%. El Guadalquivir, al 22,5%, está 2,5 puntos por debajo del año pasado. Y el Tinto-Odiel-Piedras, está más de 10 puntos por debajo, al 37,5% frente al 49%.