Fenacore ha presentado sus alegaciones al Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática propuesto por el Gobierno de España, a las que ha contribuido activamente Feragua y en las que pide que se reconozca al regadío como un aliado estratégico en la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático, de modo que el agua y el regadío ocupen un lugar central en las políticas climáticas, energéticas y territoriales del país.

En sus alegaciones, Fenacore aboga por aumentar la capacidad de regulación de las cuencas mediante nuevas presas y balsas de almacenamiento, con el fin de aprovechar mejor las lluvias intensas, reducir inundaciones y garantizar el suministro de riego. También reclama un Plan Hidrológico Nacional que establezca criterios comunes de gestión del agua y contemple un ambicioso programa de inversiones estratégicas, y propone impulsar el uso de aguas regeneradas y desaladas, asegurar la financiación pública necesaria y mantener un presupuesto estable para el mantenimiento de infraestructuras hidráulicas. Junto a todo ello, plantea limpiar cauces, fijar con prudencia los caudales ecológicos y establecer sistemas de control más justos y transparentes sobre el uso del agua.

Asimismo, en relación con la modernización, Fenacore recuerda que esta ha demostrado ser una herramienta eficaz para ahorrar agua, mejorar la eficiencia y aumentar la competitividad del sector agroalimentario, además de para contribuir a fijar la población en el medio rural, reduciendo la brecha entre zonas urbanas y agrícolas y facilitando la transición verde y digital. El documento presentado por la Federación Nacional subraya que un regadío tecnificado mejora el empleo femenino y juvenil, incrementa la productividad y permite adaptar las producciones a las demandas del mercado, fortaleciendo la resiliencia económica y social frente a crisis climáticas o económicas.

En definitiva, lo que Fenacore plantea es que, lejos de ser visto sólo como el mayor consumidor de agua, el regadío sea contemplado en todas sus externalidades positivas, económicas, sociales y medioambientales, y particularmente como un aliado estratégico para mitigar el cambio climático. La agricultura de regadío actúa como sumidero de carbono, contribuye a la seguridad alimentaria y evita el abandono rural y sus infraestructuras y tecnología son claves para paliar los efectos de sequias e inundaciones y contribuir a la transición energética y la transformación digital del medio rural.