La Junta de Andalucía quiere crear autopistas del agua dentro de Málaga para conectar los diferentes sistemas de la provincia y llevar agua de unas zonas a otras. Quizás a nivel provincial lo logre, pero ese es un reto que debería ampliarse a toda la Cuenca Mediterránea Andaluza, donde la variabilidad hidrológica de los sistemas es tan evidente que en la pasada campaña hubo alguno sin restricciones y otros en los que no se pudo regar. Decimos la Cuenca Mediterránea Andaluza y deberíamos decir Andalucía y España entera, porque la realidad es que la España seca y la húmeda no están unidas.

A nivel hidrológica España es más un reino de taifas que un Estado común. Cada vez que se ha afrontado el desafío de buscar la conexión entre territorios secos y húmedos las anteojeras políticas lo han impedido. Nacionalismos, localismos y supremacismos ecologistas: terrible combinación para la igualdad hídrica. Borrell y Aznar intentaron algo parecido y fracasaron. Que podría hacerse, con las correspondientes compensaciones a las cuencas cedentes, es algo evidente. Pero la realidad es que no se quiere afrontar. Ojalá la conexión de Málaga se haga realidad, pero sería necesario ampliar el foco y afrontar objetivos más ambiciosos.