Feragua es absolutamente partidaria del mix hídrico y pensamos de hecho que la solución al problema hídrico en Andalucía pasa por buscar afanosamente el mejor “mix hídrico posible”, estudiando la viabilidad técnica, económica, social y medioambiental de todas las opciones posibles, sin excluir ninguna, ya sean presas, balsas, mejora de regadíos, o plantas regeneradoras o desaladoras.

Pero lo que nunca vamos a compartir es que el mix hídrico se use como fórmula para focalizarse exclusivamente en los recursos no convencionales. Las inversiones en regeneración y desalación por supuesto son bienvenidas, pero siempre que no devengan en el olvido de las otras, pues, de entrada, su potencial es mucho mayor en las cuencas litorales que en las del interior.

La Junta de Andalucía acaba de anunciar que  va  a desarrollar “la primera Estrategia de Recursos Hídricos no Convencionales de Andalucía”, algo que nos ha llamado la atención en positivo y en negativo. En positivo, porque las aguas regeneradas y aguas desaladas son una herramienta importante para dar respuesta a los desafíos presentes y futuros en la gestión de los recursos hídricos de Andalucía. En negativo, porque las obras de regulación brillan por su ausencia en Andalucía desde que asumió las competencias hídricas y sin embargo al Gobierno andaluz no se le ha ocurrido desarrollar “la primera estrategia sobre presas y balsas en Andalucía”.  Y también haría mucha falta.

El objetivo general de esta estrategia, dice la comunicación oficial de la Junta de Andalucía publicada en su página web, es “contribuir a la seguridad hídrica de la ciudadanía andaluza, a los sectores productivos y al patrimonio natural, a la vez que se incrementa la capacidad de adaptación frente a los episodios de sequía y escasez presentes y futuros. Entre sus objetivos específicos, se señalan los “contribuir al cumplimiento de los objetivos ambientales establecidos por la planificación hidrológica”, “asegurar la disponibilidad y garantía para el uso de abastecimiento a la población”, “consolidar las demandas de los sectores productivos de Andalucía” e “incrementar la capacidad de adaptación de la sociedad andaluza a los efectos del cambio climático”. Ninguna mención específica a la agricultura de riego, que gestiona el 60% de los recursos hídricos. Esperemos que sólo sea un olvido.