Los embalses andaluces siguen bajando su nivel de llenado y ya se sitúan por debajo del 19%. Todas las cuencas andaluzas están peor que el año pasado. Aunque las que más han empeorado su situación en un año son las que están mejor. Es, en concreto, la cuenca del Mediterráneo la que ha visto descender más el nivel de sus embalses. El año pasado por esta fecha se situaban por encima del 36% y ahora se encuentran más de trece puntos por debajo, al 22,5%. También por encima del 36% se encontraba el año pasado el Tinto-Odiel-Piedras, y ahora se encuentra sólo ligeramente por encima del 29%, es decir, siete puntos por debajo. El Guadalquivir, en cambio, está casi igual que el año pasado, apenas un punto por debajo (encontrándose de hecho el sistema de regulación general más de un punto por encima). La peor suerte se la lleve el Guadalete-Barbate, al 15% de su capacidad, más de 7 puntos por debajo de hace un año.
Pues bien, a pesar de esta dramática situación, y como ya hemos venido denunciando reiteradamente (y lo seguiremos haciendo hasta que se arregle) los indicadores de sequía prolongada siguen dibujando el mapa de Andalucía de verde, o sea, en situación de normalidad, como puede apreciarse debajo de estas líneas. Una clasificación que no es meramente nominal, sino que tiene consecuencias prácticas, pues determina los caudales ecológicos. Hablando en plata, cuando los regantes hemos sufrido restricciones durísimas, y cultivos como el arroz se han quedado sin sembrar en casi toda Andalucía, cuando las propias autoridades políticas reconocen que sufrimos una sequía atroz, seguimos desembalsando agua para los caudales ecológicos como si nuestros embalses estuvieran llenos, priorizando el uso ambiental incluso sobre el abastecimiento, que ya empieza a verse afectado en muchos puntos de Andalucía.
La palabra más suave que se nos ocurre es estupor.