En el ámbito del litoral, como medidas a corto plazo, Feragua pide la agilización de los proyectos de aprovechamiento de aguas regeneradas y desaladas a un coste asumible por los usuarios.

El regadío no vive una situación tan dramática como la actual desde los años 92-95, periodo de infausto recuerdo que llevó a los agricultores a celebrar la histórica manifestación de noviembre de 1995. Contra este drama, no hay más que una solución efectiva a corto plazo: que lleguen las lluvias y en forma continua y abundante. Pero desgraciadamente, de momento las previsiones meteorológicas no apuntan en esa dirección.

En este contexto, desde Feragua estamos reclamando soluciones paliativas a corto plazo que al menos atenúen el durísimo impacto de la situación de sequía. En concreto, y para la Cuenca del Guadalquivir, estamos demandando al organismo de Cuenca el aprovechamiento al máximo de las escorrentías invernales y de las aguas subterráneas como recurso estratégico en la actual situación. Para las cuencas litorales, estamos pidiendo a la administración andaluza que agilice cuanto pueda los proyectos de aprovechamiento de aguas regeneradas y desaladas a coste asumible por los usuarios.

A medio y largo plazo, la política hidráulica debe cambiar radicalmente. Se necesita un giro de 180 grados. Hay que seguir apostando por las medidas de modernización y ahorro de agua, pero es preciso incrementar la capacidad de regulación de las cuencas y la garantía de agua para el regadío. Un plan de embalses y microembalses es la mejor forma de afrontar las consecuencias del cambio climático, que implica períodos más amplios de falta de lluvias y posibilidad de precipitaciones más intensas y por tanto de riesgo de inundaciones.

Nos alegra en este sentido ver al presidente de la CHG hablar abiertamente de embalses en una entrevista recientemente publicada por el diario La Razón, así como que el presidente de la Junta de Andalucía haya declarado en su discurso de investidura, que ésta será la legislatura del Agua.
Hasta ahora, el grado de ejecución de las obras hidráulicas contempladas en los planes hidrológicos ha sido bajo, por no decir nulo en obras de regulación, atascados todos en una burocracia enrevesada y en el miedo al qué dirán de los ecologistas. Con voluntad política, se podría. El problema es que habitualmente no se quiere.

Foto: iAgua