Se demuestra una vez más que las medidas de limitación de la demanda no son suficientes, y es preciso aumentar la capacidad de regulación.

La situación de sequía declarada oficialmente en el Guadalquivir vuelve a demostrar el déficit hídrico estructural que sufre el Guadalquivir, el cual se va a ver agravado por los efectos del cambio climático.

Las medidas de limitación de la demanda, siendo necesarias, no son suficientes, y el problema solo se atajará aumentando la capacidad de regulación de la Cuenca con nuevas presas, microembalses y balsas que aumenten la garantía de agua. Sin estas obras, por más que los regantes ahorremos, que ya estamos casi en el límite máximo de la eficiencia, no tendremos resuelto el problema de la disponibilidad del recurso esencial que necesitamos para desarrollar nuestra actividad.

En este sentido, inversiones como las presas de Cerrada de la Puerta, San Calixto, el Recrecimiento del Agrio, la modernización del Rumblar y de las Vegas de Jaén y Granada, la presa de Velillos y la de Castillo del Montizón son fundamentales para el futuro de la Cuenca y del regadío. Como también son fundamentales las inversiones en balsas y pequeñas presas a nivel de zona regable.