A pesar de las clamorosas carencias que evidencia la actual situación hidrológica, relega a un segundo término los objetivos de satisfacción de la demanda.

Hasta el 22 de diciembre estará en consulta pública el proyecto de Plan Hidrológico del Guadalquivir, el documento que establece la planificación de las inversiones en la Cuenca hasta 2027 y que presenta un marcado sesgo medioambientalista, en detrimento de los objetivos de satisfacción de la demanda. A pesar de las clamorosas carencias que evidencia la actual situación hidrológica en relación con la garantía de agua para los usos de riego, el proyecto del plan destina la mayor parte del presupuesto a objetivos ambientales, dejando en muy segundo lugar las inversiones destinadas a obras de regulación y modernización del regadío.

Aunque valoramos muy positivamente la inclusión del proyecto modernización del arroz, con una dotación presupuestaria de 200 millones, echamos en falta otras grandes inversiones, ya aprobadas en planes hidrológicos previos, como la modernización del Rumblar y las Vegas de Granada, la presa de Velillos y la de Castillo del Montizón. En realidad, la única obra de regulación que aparece es el Recrecimiento del Agrio y los estudios alternativos (no las obras, sino los estudios) de Cerrada de la Puerta y San Calixto.

Por otro lado, esa carencia de inversiones en nuevas infraestructuras tampoco es compensada con una apuesta decidida por la construcción de balsas y pequeñas presas a nivel de zona regable que puedan aumentar la garantía y mejorar la operatividad, funcionamiento y eficiencia de las zonas regables. Dicho de otra forma, no hay soluciones al cambio climático y a la menor disponibilidad de agua que este traerá, debido a que los periodos de lluvias se distanciarán más.