No hay ningún documento de Bruselas que invite a España a plantear llanuras de inundación junto a las riberas de los ríos.

En nuestro análisis de los Planes de Gestión de Riesgos de Inundaciones de las Demarcaciones Hidrográficas del Guadalquivir, Ceuta y Melilla, hemos encontrado un buen ejemplo de cómo se usa Europa como coartada para la aplicación de políticas medioambientalistas con un claro sesgo ecológico.

Según el documento que se ha presentado a consulta pública, el informe de implantación de la Directiva de Inundaciones de la Comisión Europea, publicado en febrero de 2019, alienta a España, entre otras medidas, a “poner énfasis en la introducción de medidas de retención natural del agua (infraestructuras verdes)”, es decir, a plantear llanuras de inundación junto a las riberas de los ríos.

Hemos investigado las recomendaciones de Europa a España y en absoluto dice nada de eso. Antes bien, solo hace esa recomendaciones a otros países del norte de Europa, entre otras razones porque no tendría razón alguna reservar como llanuras inundables terrenos que en nuestro país son precisamente los más fértiles y los de mayor valor productivo, al contrario de lo que ocurre en países centroeuropeos, donde efectivamente se utilizan de pasto para ganado y sí pueden ser reservados como llanuras de inundación sin generar graves impactos socioeconómicos.

Una vez más, se utiliza a Europa como coartada para marcar una directriz política que responde a prejuicios ideológicos de carácter ecologista. Como explicaba en esta tribuna nuestro secretario general, Pedro Parias, ojalá llegue el día en que las autoridades se den cuenta de que el regadío no es contrario a la economía verde, sino que forma parte de ella. Desgraciadamente, ese día no ha llegado aún.