La Regulación General almacena 1.600 hm3, frente a los 1.400 de principios del año hidrológico.

Había mucha expectación por ver lo que Filomena nos podría traer en forma de precipitaciones y aportaciones a la Cuenca del Guadalquivir. Pero el ruido ha sido mucho mayor que las nueces. En su pico más bajo, la Regulación General ha estado en 1400 hm3 tras el fin de la pasada campaña. Pasado el otoño y el primer tramo del invierno, la situación hidrológica apenas ha mejorado, pues las lluvias solo nos han dejado 200 hm3 en los embalses de la Regulación General.

Sin ánimo de ser agoreros, esta situación hidrológica conllevaría unas dotaciones de 1000-1500 m3/ha, catastróficas para el regadío, equivalentes a menos de un cuarto de la dotación normal, es decir, unas restricciones del 75%. Claro que esto significa ponerse en el peor de los escenarios posibles, pues lo normal es que llueva en lo que queda de invierno y primavera, y la situación hidrológica mejore.

No obstante, estamos muy lejos de la perspectiva de una campaña normalidad. En los cálculos de probabilidades que nos mostró el organismo de cuenca en la última reunión de la Comisión de Desembalse, el escenario de una campaña con restricciones mayores que las de la pasada campaña es el que tiene más fuerza.