Lo peor, quizás, la situación hidrológica, que apunta a campaña de fuertes restricciones.

Apenas un 25% de posibilidades de tener una campaña normal en el Guadalquivir. Y con eso ya está dicho todo de cómo está la Cuenca del Guadalquivir. La Regulación General llegará a final de año prácticamente con los embalses a un cuarto de su capacidad… Lo único que parece garantizado es una dotación de emergencia, que la Confederación ni siquiera ha llegado a cuantificar, pero nosotros estimamos entre 500 y 1.000 m3/ha. Ojalá el año hidrológico en curso sea mejor que el anterior (una precipitación acumulada un 10% inferior a la media histórica y un 48,1% menos de aportaciones a los embalses de la cuenca), pero una cosa son nuestros deseos y esperanzas y otra el futuro más probable.

Y las cuencas litorales, en alerta o prealerta. La situación hidrológica tampoco es buena en el litoral. La mayoría de sistemas están en alerta y prealerta, siendo la situación muy grave en la zona del Corumbel, en Huelva, y los embalses de Charco Redondo y Guadarranque, en el Campo de Gibraltar y de Alarma en Barbate y la Axarquía. Como buena noticia, las lluvias otoñales han mejorado mucho la situación de la cuenca del Tinto-Odiel y Piedras, que ya tiene un nivel superior al 50 % de agua embalsada.

Las obras de regulación, fuera de la planificación. Al menos de momento. En el EPTI del Guadalquivir nos hemos encontrado con la sorpresa de que han quedado fuera obras aprobadas y no ejecutadas de planes anteriores. Desde Feragua tenemos la voluntad de contribuir al consenso del nuevo Plan, pero la incorporación de todas las obras hidráulicas contempladas en planes anteriores nos parece una condición inexcusable –tanto de mejora de regadío como de aumento de regulación–, como también que no haya cambios en el régimen económico financiero que supongan incrementos de costes para el regadío o nuevas figuras impositivas ambientales.
En relación con los EPTIs del litoral (Tinto-Odiel-Piedras, Guadalete-Barbate y Mediterráneo), hemos advertido igualmente del bajísimo nivel de ejecución del programa de medidas del actual ciclo, algo que quita credibilidad al proceso de planificación pues deja en los diferentes actores la sensación de que se redactan para no ser ejecutados.

Sin presupuesto ni mención específica al Túnel de San Silvestre en los Presupuestos Generales del Estado. Desagradable sorpresa ha sido descubrir que, a pesar de las promesas, los Presupuestos Generales del Estado omiten la mención expresa de este proyecto, y además no recogen un presupuesto concreto para el mismo. La Plataforma ha calificado esta omisión de “jarro de agua para toda la provincia”. Y efectivamente lo es, pues se trata de una obra crucial e inaplazable, fundamental no solo para el trasvase de 20 hm3 al Condado, sino para salvar las limitaciones y riesgos de todos los usos actuales del sistema hídrico de Huelva: abastecimiento, regadío, industria, turismo, etc. Desde el Ministerio para la transición ecológica, los mensajes de sus máximos responsables a Feragua es que la obra se va a ejecutar, con independencia de la asignación presupuestaria. El tiempo pondrá a cada uno en si sitio, pero pensamos que esa obra es de vital importancia para todo el sistema hídrico de Huelva y no se puede demorar ni un minuto más.

Aguas regeneradas, como amenaza y no como solución. En el Plan DSEAR, Feragua se ha encontrado negro sobre blanco el concepto que el Gobierno tiene sobre las aguas regeneradas: el de un recurso sustitutivo y no complementario para la agricultura de riego. Esperábamos un plan de inversiones, un plan para poner en marcha recursos y actuaciones en saneamiento, depuración y reutilización destinados a evitar las sanciones que actualmente está aplicando al reino de España. Y lo que nos hemos encontrado con un nuevo Plan de Gobernanza (similar al aprobado en la penumbra del “Libro Verde”), que es contrario al regadío ya que convierte, lo que en muchos casos, debería ser una solución alternativa y complementaria de nuevos recursos –garantizando al mantenimiento de los caudales ecológicos y de los usos establecidos– en una amenaza para los regantes al darle prioridad a instrumentos de sustitución de aguas de mejor calidad para el uso de abastecimiento. Esto es algo que solo podríamos aceptar los regantes si se garantiza la calidad de las aguas regeneradas y se asume por el usuario beneficiado todos los costes de inversión, operación y mantenimiento de la regeneración y puesta el agua en su punto de partida, y en su caso, se indemnizan los posibles perjuicios que esta sustitución de caudales pueda ocasionar sobre la producción y la calidad de los alimentos generados.