Así lo revela el informe sobre cambio climático dado a conocer recientemente por la agencia estatal meteorológica.

Un informe recientemente publicado por AEMET revela que la precipitación media anual ha experimentado un moderado descenso en España en los últimos 50 años, al que se añade una demanda evaporativa cada vez mayor como consecuencia del aumento de temperaturas experimentado. Así, se dibuja actualmente en España un escenario claramente más cálido y con menor disponibilidad de agua que en décadas pasadas.

El año 2019, último analizado, resultó especialmente cálido, con 15,9ºC de temperatura media, 0.8ºC por encima del valor medio anual del periodo de referencia (1981- 2010). Durante el mismo se registraron tres olas de calor de las que destaca, por su gran intensidad, la que tuvo lugar entre el 26 de junio y 1 de julio. En ella se superaron los 43ºC en puntos del nordeste peninsular y se batieron numerosos récords absolutos de temperatura máxima anual. Este hecho tiene pocos precedentes, pues la mayoría de las efemérides de temperatura máxima en España se habían producido hasta entonces en los meses de julio y agosto.

En cuanto a precipitaciones, el año pasado fue normal, con una media estimada de 628 mm, valor inferior en un 3% al promedio del periodo de referencia 1981-2010. Sin embargo, hubo notables diferencias geográficas en la distribución de las precipitaciones: mientras que el año fue húmedo o muy húmedo en el extremo norte y en el sureste peninsular, fue muy seco en Canarias, en áreas del nordeste y en el suroeste peninsular, llegando a ser extremadamente seco en algunas áreas de esta región geográfica.

Asimismo, hubo varios episodios de lluvias intensas y persistentes, destacando el que tuvo lugar entre los días 10 y 15 de septiembre en el sureste peninsular con precipitaciones acumuladas que superaron los 200 mm, una extensión afectada por fuertes precipitaciones estimada en más de 300 km2 e inundaciones en amplias zonas de las provincias de Alicante y Murcia. La irregularidad espacial y temporal de las precipitaciones se tradujo en un período de sequía meteorológica con posibles efectos sobre la actividad agrícola desde mayo hasta noviembre, y sobre la disponibilidad de agua en embalses y aguas subterráneas desde junio hasta final del año.

En definitiva, el informe de AEMET, que se pueden consultar completo en su página web, pone de manifiesto lo que tantas veces hemos venido diciendo desde las organizaciones de regantes. El cambio climático apunta a menos lluvias, temperaturas más altas, ciclos de sequía más largos, y mayor riesgo de inundaciones, por lluvias más intensas. Y que todo eso conduce a la necesidad de nuevas obras de regulación para aumentar la disponibilidad de agua y evitar las avenidas.