Esperemos que sea un pacto para toda Andalucía y no para unas provincias más que otras: tan importantes son los problemas de Huelva como los de Almería.

La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible sigue avanzando en el desarrollo de su Pacto Andaluz por el Agua, que, tras un primer informe preliminar, acaba de alcanzar su segunda fase, en la que recabará la participación de los usuarios de agua y agentes sociales. Como primera asociación del regadío andaluz, Feragua aspira a tener una posición de relevancia en esta fase, participando en la primera línea de negociación entre administraciones e interlocutores de la sociedad civil. Así se lo hemos hecho saber a la titular Carmen Crespo, una buena conocedora del mundo del regadío, que esperamos tenga la sensibilidad necesaria para incorporar a este Pacto las grandes cuestiones que preocupan a los regantes, entre ellas, la necesidad de nuevas obras de regulación, necesidad acuciada por el cambio climático, que traerá períodos más largos de sequías y lluvias más torrenciales.

Feragua defenderá la prioridad estas obras, así como la de continuar el gran esfuerzo de modernización que se ha realizado en el regadío. Igualmente trabajará para que el acuerdo sea un pacto para toda Andalucía, en el que todas las provincias andaluzas se vean reflejadas y encuentren satisfacción a sus demandas. Algunas “malas lenguas” dicen que a esta consejera se le ve mucho el plumero con su tierra, pero nosotros estamos convencidos de que su “militancia almeriense” no será obstáculo para el desarrollo de un plan territorialmente equilibrado, en el que todas las provincias se sientan importantes, porque en efecto tan relevantes son los problemas de Huelva como los de Almería, los de Cádiz como los de Jaén. Todas las provincias tienen sus problemática a resolver dentro del pacto y ninguna debe verse marginada.

Trabajaremos para ello y sobre todo trabajaremos para que la administración no pierda nunca de vista que, en una región seca como Andalucía, el objetivo principal debe ser el de la satisfacción de las demandas y para ello hay que actuar no solo el plano de la demanda (asegurando el ahorro y la eficiencia en el uso del agua), sino también de la oferta, mejorando la disponibilidad con nuevas obras de regulación, los trasvases -siempre de aguas excedentarias-, con las debidas medidas correctoras en las cuencas cedentes y de control en las receptoras, y apostando donde sea posible por los recursos no convencionales; las aguas regeneradas y las desaladas. En este sentido, nos parece satisfactorio que entre los diez “ejes principales del pacto” se haya incluido el de “revertir déficits estructurales y poner en valor la importancia de que la demanda sea sostenible” así como el de “buscar la resiliencia frente a sequías, mitigar y adaptarse al cambio climático” y “minimizar riesgos de avenidas e inundaciones”, que son cuestiones todas que tienen que ver con el aseguramiento de la garantía de agua.