A pesar de las lluvias que tuvimos antes de Navidad, la situación sigue siendo muy preocupante e invita a pensar en restricciones.

Las lluvias que tuvimos justo antes de Navidad mejoraron la situación hidrológica de las cuencas andaluzas, pero no tanto como para que esta no haya dejado de ser preocupante. La comparación con el año pasado deja poco espacio para las dudas. En el momento en que se escriben estas líneas, los embalses andaluces en su conjunto estaban al 46% de su capacidad cuando hace doce meses estaban más de 11 puntos por encima, concretamente al 57%. En el Guadalquivir, la Regulación General se encuentra al 39%, en situación de alerta. En su conjunto, la Cuenca está al 45%, muy por debajo del 65% de hace un año.

En peor situación se encuentra la Cuenca de Guadalete-Barbate, que en un año ha perdido 14 puntos de llenado y hoy se encuentra al 45%. La Cuenca del Mediterráneo estaba hace doce meses al 71% y en la actualidad se encuentra al 51%, 20 puntos por debajo. Una situación muy parecida a la del Tinto-Odiel-Piedras, que ha experimentando la misma preocupante evolución.

Así están las cosas, y por tanto la cautela es obligada. Aunque es cierto que podemos ver el vaso medio lleno y pensar que en diciembre estábamos aún peor (en el Guadalquivir las lluvias han traído aportaciones de más de 770 hm3), la realidad es que hay motivos fundados para realizar una planificación muy prudente de cultivos ante el nada improbable escenario de restricciones de agua. El invierno actual y la primavera tienen la última palabra, y solo unos próximos meses lluviosos, con precipitaciones y aportaciones por encima de la media, nos traerán dotaciones normales.