Feragua muestra a Fenacore el apoyo del regadío andaluz al rechazo a la subida del coste del agua propuesta por el Libro Verde del Agua que prepara el Gobierno.

El presidente de Feragua, José Manuel Cepeda, participó en la Asamblea General de Fenacore, donde expresó el total apoyo del regadío andaluz al rechazo que nuestra Federación nacional ha expresado públicamente al Libro Verde de la Gobernanza del Agua, que está resultado ser un gran fiasco, además de una colección de los mantras habituales del ecologismo sobre el uso del agua.

Nada de extraño, por otro lado, a la vista del panel de 32 “expertos” que ha elaborado el borrador de documento, de los cuales solo dos pertenecen al sector del regadío, mientras que el resto son “ambientalistas”. Es decir, que los usuarios que consumen más del 70% del agua tienen un 6% de representación en la elaboración de la estrategia nacional que debe marcar su uso. ¿Alguna pregunta más, Señoría?

Así van las cosas en nuestro amado país, que quienes a los que tienen la experiencia cercana, diaria y vivida de las cosas no se les da opinión, mientras que se le concede autoridad e influencia a los que a veces no tienen ni idea de cómo son las cosas realmente.

Esa es la cruda realidad, y el resultado es que tenemos un informe preliminar de Libro Verde del Agua que, como dijo José Manuel Cepeda en la Asamblea General, propone para reducir el consumo lo de siempre, lo fácil, que es subir los costes, olvidando que lo fácil casi siempre es la peor solución. 62 expertos para proponer lo primero que se le pasaría por la cabeza a un niño de doce años. Desde Feragua seguiremos apostando por las soluciones más complejas (mejora del regadío, optimización del binomio agua/energía, incorporación de nuevas tecnologías) para mejorar la eficiencia, sin dejar de subrayar al mismo tiempo que es necesario aumentar la capacidad de regulación para hacer frente al cambio climático.

No es ni mucho menos en lo que está pensando este Ministerio de momento, que parece optar en el Libro Verde por la vía de subir el coste del agua, lo que conllevará la reducción de la actividad agrícola y el indudable descenso de su competitividad, el cual llevará a la ruina a no pocas explotaciones que ya están siendo estranguladas por el desaforado crecimiento de los costes eléctricos.