Tras los fertilizantes y productos fitosanitarios, se trata del segundo capítulo de gastos más importantes del presupuesto de una explotación agrícola

Para el regadío representa una prioridad estratégica la reducción de costes energéticos. Estos suponen su segundo gasto más importante, después de los fertilizantes y productos fitosanitarios para las explotaciones agrarias. Para las comunidades de regantes, sin lugar a dudas el gasto energético es el primero de los costes de explotación, y puede suponer como media alrededor del 30% de su presupuesto y en algunos casos supera el 50%.

La incorporación de nuevos sistemas energéticos más económicos y también más limpios sería, por tanto, una contribución no desdeñable para el regadío, que empieza a apostar de hecho por la instalación de nuevas sistemas de producción de energías renovables para autoconsumo.

Y es que, fruto del esfuerzo de modernización desarrollado por los regantes junto a las administraciones, el riego localizado o riego por goteo (el más eficiente en consumos hídricos) ya representa el 50% de la superficie de riego en España y el 75% de la superficie total de riego en Andalucía. Este dato es muy positivo, pues significa que el regadío modernizado gasta menos agua (se estima que entre un 10 y un 20% menos), pero tiene su reverso, que son el mayor consumo energético y consiguientemente los mayores costes eléctricos. En números brutos, los costes eléctricos que soportan los regantes se han duplicado desde 2008 y se estiman que en el caso de Andalucía ascienden ya en unos 240 millones de euros anuales.

El estudio de los sistemas minihidráulicos se enmarca dentro de la orientación estratégica de buscar soluciones para el incremento de los costes energéticos y podría servir para aliviar la dependencia eléctrica del regadío y disminuir los costes energéticos y reducir el efecto invernadero de su actividad.